El primer contacto AvaTrade

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Era marzo de 2020, el mundo estaba confinado, y la incertidumbre llenaba cada rincón del hogar. Francisco se encontraba en su apartamento, en una situación particularmente delicada. Su salud mental, ya frágil, se había visto afectada por la depresión. Desde hacía semanas, estaba en baja laboral, siguiendo un tratamiento psiquiátrico que incluía fármacos como diazepam. El confinamiento impuesto por la pandemia de COVID-19 no ayudaba en absoluto; en lugar de encontrar consuelo en la seguridad del hogar, sentía que las paredes se cerraban cada día un poco más.

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Una tarde, mientras navegaba sin rumbo fijo en internet, su esposa le pasó un enlace. “Mira esto”, le dijo, “dicen que es una buena oportunidad para invertir en Amazon”. Francisco, en su estado de apatía, no le prestó mucha atención, pero, por inercia, terminó visitando la página. La promesa era tentadora: invertir 250 euros y obtener beneficios rápidos. Sin embargo, lo que Francisco no sabía era que ese clic aparentemente inofensivo podía haber abierto una puerta invisible para quienes acechaban en la red.

Al día siguiente, Francisco recibió una llamada. No tenía claro cómo habían obtenido su número, pero una voz femenina, cálida y profesional, se presentó como Melody. Decía trabajar para una empresa llamada AvaTrade. Melody le habló con seguridad, mencionando que AvaTrade patrocinaba al equipo de fútbol del Manchester City, y que la empresa estaba registrada y reconocida por la Comisión Nacional del Mercado de Valores de España. Todo sonaba legítimo, confiable. Sin embargo, Francisco aún tenía dudas.

Melody lo llamó varias veces en los días siguientes, cada vez con más insistencia. Francisco, desconfiado por naturaleza, intentó rechazar sus propuestas. Pero Melody sabía cómo tocar las cuerdas adecuadas. Con una combinación de paciencia y astucia, le fue convenciendo poco a poco. La voz en el otro lado del teléfono parecía conocer cada una de sus debilidades, sus miedos, sus esperanzas de mejorar una situación financiera que, como para muchos, se veía incierta durante la pandemia.

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“Estamos aquí para ayudarte a entender cómo funciona el trading”, le dijo Melody en una de las llamadas. “Te enseñaremos a manejar las inversiones, y pronto verás cómo tu dinero comienza a crecer”. Finalmente, después de mucho insistir, Francisco accedió a escucharla.

Melody le sugirió instalar un programa de control remoto llamado AnyDesk. “Será más fácil si te muestro cómo se hace en tu propia pantalla”, explicó. Francisco, dudando, aceptó. Después de todo, Melody parecía saber lo que hacía, y él no tenía nada que perder… o eso pensaba en ese momento. AnyDesk quedó instalado en su ordenador, permitiendo que Melody tuviera acceso directo a su equipo. Francisco observaba cómo ella movía el ratón, abriendo programas, configurando plataformas de trading, y realizando las primeras transacciones.

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Las primeras operaciones resultaron en pequeñas ganancias. Melody le mostró cómo comprar y vender, cómo seguir las tendencias del mercado. Francisco sentía que estaba aprendiendo algo nuevo y, más importante aún, estaba ganando dinero. La voz de Melody en su oído era constante, tranquilizadora, casi hipnótica.

Pocos días después, alentado por las ganancias iniciales, Francisco decidió probar suerte y solicitar una retirada de 2000 euros de su cuenta de trading. Para su sorpresa, el dinero llegó a su cuenta bancaria sin problemas. Ese fue el momento en que sus últimas reservas de desconfianza se disiparon. “Esto funciona”, se dijo a sí mismo, convencido de que había tomado la decisión correcta.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Francisco se sintió por primera vez en semanas algo optimista. Quizás, pensó, finalmente había encontrado una manera de mejorar su situación en medio del caos global. Con esta idea, cerró los ojos, sin saber que esa sensación de seguridad sería efímera.

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