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4.1.3 El aprendizaje a lo largo de la vida.
La referencia textual de la LOE aparece en el Título Preliminar -Capítulo II- Artículo 5: [...]
Artículo 5. El
aprendizaje a lo largo de la vida. [...]
A continuación
adjuntamos, por su interés, el Informe Base para un Proyecto
Grundtvig sobre aprendizaje a lo largo de la vida realizado por
José Luis Hernández Neira (2004).
1. Origen y principios del paradigma del “Aprendizaje permanente”. Su delimitación terminológica y conceptual
Origen
La idea del aprendizaje permanente no es nueva como puede verse en las numerosas citas que N. Longworth ofrece en su libro “Aprendizaje a lo largo de la vida”; algunas de ellas, a modo de referencia, se reproducen a continuación:
“El antiquísimo concepto de “aprendizaje continuo”, tan desarrollado en Damasco, Atenas y Alejandría hace miles de años, se ha convertido una vez más en un icono del desarrollo educativo en los inicios del siglo XXI”
“Platón empleaba la expresión –dia viou paideia- que para él significaba la obligación que todo ciudadano tiene de desarrollar su propio potencial y de participar en las actividades de la ciudad”
“El pensador chino Kuan Tzu, en el siglo III decía: cuando planifiques un año, siembra; cuando planifiques una década, planta árboles; cuando planifiques toda una vida, forma y educa a los hombres”
“Comenius, en el siglo XVI, representaba todo el mundo como una escuela para el género humano, y decía que el aprendizaje es el instinto humano más básico”
“Arthur C. Clarke, el famoso autor de novelas de ciencia ficción, decía que el nivel mínimo de supervivencia de la especie humana está en que en el año 2000 todos reciban una educación del nivel del semianalfabetismo del licenciado universitario medio”
En otro orden de cosas y aunque la interpretación que da la Iglesia Católica puede que se fije en otros aspectos, en opinión del autor de este trabajo, el paradigma del aprendizaje permanente está en la base de la parábola evangélica de los talentos (Mateo 25, 14-30) que, además, prefigura las terribles consecuencias de no ser consciente, en lo personal, de la absoluta necesidad de integrarse en un proceso de aprendizaje permanente:
“Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tenga se le dará y le sobrará; pero al que no tenga, aún lo que tiene se le quitará”
Despojando a esta dura sentencia de su contenido religioso, plantea, desde el punto de vista del aprendizaje permanente, varios puntos de reflexión muy importantes:
· La capacidad se desarrolla con el ejercicio. Quien no sea capaz de crear en si mismo el hábito y la alegría del aprendizaje permanente se verá en desventaja con respecto a aquellos que sí lo hagan. Su capacidad se verá disminuida y, aunque no se anule nunca porque el ser humano está evolucionando permanentemente, su desarrollo se verá dificultado.
· La vocación o, si no se quiere emplear un concepto tan fuerte, el gusto por el estudio, crece también con el ejercicio. Se trata de un sistema de realimentación positiva: cuanto mayor rendimiento se alcanza en una actividad mayor placer proporciona y cuanto mayor es este placer más interés y esfuerzo se pone lo que, a su vez, aumenta el rendimiento.
· Cuanto más formado esté un individuo mayor será su capacidad para desarrollarse tanto profesionalmente como desde el punto de vista social o personal. También le será más fácil acceder a niveles y procesos de formación más elevados.
El paradigma del aprendizaje permanente se asienta según el informe Delors(2) en cuatro pilares básicos:
· Aprender a vivir juntos
· Aprender a conocer
· Aprender a hacer
· Aprender a ser
Los grandes problemas a que se ve hoy enfrentado el mundo: la globalización, el acceso a la información, las grandes corrientes migratorias creadas por el creciente desequilibrio económico entre países desarrollados y no desarrollados o en vías de desarrollo están llevando a un proceso de reflexión a escala mundial sobre el papel de la educación, la formación, el aprendizaje o como quiera llamársele.
· Aprender a vivir juntos: Este enunciado implica dos aspectos, uno el de las sociedades locales que han de aceptar en su seno un flujo incesante y cada vez mayor, mientras la situación mundial no se estabilice, de inmigrantes de países subdesarrollados que buscan unas condiciones de vida dignas para sí mismos y para sus familias. Es necesario que tanto los recién llegados como la población nativa aprendan a convivir juntos en medio de las tensiones que se crean, por un lado, en el mercado de trabajo al aumentar la oferta de mano de obra sin que aumente la demanda al mismo ritmo; por otro, por el “choque cultural” que implica la aceptación por parte de cada grupo de las costumbres y modos de vida de los otros. El otro aspecto es el de las propias naciones que conviven en el planeta y que encaran la necesidad de un desarrollo equilibrado de todos encaminado a conseguir unas condiciones de vida dignas y justas para todos los seres humanos.
· Aprender a conocer: También aquí se abren distintos aspectos a la reflexión, por una parte se aprecia la necesidad de dotarse de métodos adecuados de búsqueda, análisis y tratamiento de la información así como de procedimientos de síntesis personales que conduzcan a la elaboración del propio conocimiento y de la capacidad de emitir opiniones propias basadas en el mismo; por otra parte, es necesario conciliar la necesidad de adquirir una sólida formación de base que permita el desarrollo ulterior de la persona en todos sus aspectos: personal, social y profesional, a la vez que se alcanza un dominio en profundidad en un área de conocimiento que permita un desarrollo profesional flexible y adaptable a las necesidades de un mercado cambiante y cuya evolución ocurre a un ritmo cada vez más rápido.
· Aprender a hacer: De nuevo se abren aquí dos aspectos a considerar. Aspectos actitudinales que tienen que ver con la capacidad de los que aprenden para adaptarse y participar en distintas situaciones tanto de aprendizaje como de producción: en solitario, en equipo, en situaciones previsibles, en situaciones desconocidas y/o imprevisibles, etc., y aspectos metodológicos que se relacionan con la capacidad para desarrollar y adaptarse a métodos de trabajo adecuados a dichas situaciones. Este aspecto requiere adquirir las competencias necesarias para conseguir productos finales ya sean materiales o inmateriales: Se trata de aprender a hacer y esto requiere un cierto tipo de resultado final tangible.
· Aprender a ser: Nada de esto es posible si con ello no se alcanza, a la vez, el desarrollo más completo del ser humano como tal en todas sus dimensiones física, intelectual, emocional, social y política.
Durante los últimos años se han venido acuñando una serie de términos en los que de algún modo venía ya gestándose la explicitación del paradigma de “aprendizaje permanente” que, sin embargo, ha estado siempre presente en la mente de todo buen educador. Ya en los años sesenta y setenta se hacía en las escuelas e institutos de enseñanza secundaria españoles un enorme esfuerzo por lo que en principio se llamaron “Técnicas de estudio” que después pasaron a designarse como “Técnicas de trabajo intelectual”; más tarde aparecen en la bibliografía ideas como “Aprender a aprender” y “Aprender a emprender”. Todo esto muestra un creciente interés por dotar a los que aprenden de un acerbo suficiente de métodos que les permitan hacerse protagonistas y responsables de su propio aprendizaje y desarrollo personal y les lleva así a transformarse de meros receptores de una formación previamente establecida por otros, en demandantes de una formación concreta adaptada a sus necesidades e intereses.
Así pues el concepto parece claramente definido y no procede caer en discusiones de tipo terminológico: no por ponerle nombre a un fenómeno se entiende mejor. No obstante, por aportar una nota personal a la discusión, en opinión del autor de este trabajo, el proceso global de desarrollo de un ser humano, proceso que va desde la cuna a la tumba, comienza con un aprendizaje gestionado y dirigido principalmente por otros, padres, maestros, educadores, etc., y que, por tanto, podría describirse mejor por el término “educación” para irse transformando a medida que se produce la maduración del individuo en un proceso en el que de una manera creciente va tomando protagonismo la autonomía del individuo, por lo que entonces quizás le define mejor el término de “aprendizaje”
Principios y contenido
Principios
Los principios en se basa el paradigma del aprendizaje a lo largo de la vida son de diversa índole pero todos se fundamentan de algún modo en el hecho, reconocido hoy en día por la mayoría de los ciudadanos libres de mundo, de que la forma de gobierno que garantiza de mejor manera los derechos de las personas y de los pueblos es la democracia. Los países desarrollados tienen todos formas de gobierno democráticas y se esfuerzan por transmitirlas a todos los pueblos de la Tierra.
No obstante, la mayor parte de las democracias lo son sólo formalmente ya que no se puede ser libre, no se puede decidir libremente, si no se puede formar un criterio propio sobre los asuntos de interés tanto privado como público, tanto de ámbito local, como nacional o mundial y para ser capaz de formarse un tal criterio es necesario disponer de la formación adecuada.
Hoy en día, por desgracia, la mayoría de los ciudadanos del mundo democrático o no tienen acceso a toda la información que necesitan, o no disponen de criterios para valorarla, o no poseen formación para contextualizarla. Incluso a nivel universitario existe una suerte de semianalfabetismo que parte de un profundo desconocimiento de la historia de su país y de los de su entorno, de las relaciones que actualmente sustentan el equilibrio mundial de poderes y, desde el punto de vista ideológico, permanecen anclados en el esquema vigente en la primera mitad del siglo XX.
Una democracia real no es posible sin un profundo esfuerzo de formación que procure, a la vez, el desarrollo personal, profesional, social y político del ser humano y, esto, en un mundo que evoluciona rápidamente no solamente en sus aspectos tecnológico y científico, sino también en los ámbitos social y político, implica un proceso de formación a lo largo de la vida.
Por otro lado, las naciones democráticas de la Tierra, y algunas que no lo son tanto, han sancionado la “Declaración Universal de los Derechos Humanos(3)” que, en su artículo 26 dice:
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que debe darse a sus hijos
Sentado esto, tal vez la mejor colección de principios que sustentan la necesidad de una formación a lo largo de toda la vida es la que se recoge en el informa Faure “Aprender a ser(4)” que se glosan y discuten a continuación.
Primer principio:
Todo individuo debe tener la posibilidad de aprender durante su vida entera. La idea de educación permanente es la clave del arco de la Ciudad educativa.
Hoy en día ha quedado ya científicamente probado que el individuo no termina su desarrollo a una edad temprana de su vida, al final de su adolescencia, sino que continúa desarrollándose y “creciendo” a lo largo de toda su vida. Además, desde antiguo ha sido patente que se puede seguir aprendiendo “desde la cuna a la tumba”, pero no solamente desde el punto de vista de la adquisición de contenidos, sino también de la capacidad de disfrute del arte y de la cultura y del propio proceso de maduración personal. El proceso de maduración de un ser humano, que dura toda la vida, como tantas otras cosas no es espontáneo, no está regido sólo por el código genético o por el entorno en que se desarrolla su vida, sino que requiere un esfuerzo personal de conceptualización del mundo, de si mismo y de las relaciones de uno mismo con el mundo. Y este esfuerzo necesita formación, necesita aprendizaje de contenidos, de técnicas y de actitudes.
Las ciudades de hoy en poseen multitud de recursos que pueden cooperar al completo desarrollo y maduración del individuo, pero estos recursos son inútiles si no se tiene acceso a ellos o si no se procura que su aprovechamiento por el ciudadano sea óptimo. Esto implica el desarrollo de planes que permitan el acceso a esos medios de formación cuando y cómo los ciudadanos lo necesiten y eso lleva, implícitamente, a abrir las puertas y a facilitar el aprendizaje a lo largo de la vida.
Segundo principio:
Devolver a la educación las dimensiones de la existencia vivida redistribuyendo la enseñanza en el tiempo y en el espacio
El modelo de educación que ha pervivido hasta nuestros días nace en el siglo XIX tal vez como consecuencia de las necesidades derivadas de la revolución industrial. Este modelo supone que, salvo campañas coyunturales de alfabetización lanzadas a escala nacional en muchos países del mundo, la educación, la formación del individuo, tiene lugar en unas etapas muy concretas de la vida: la niñez en la escuela, la adolescencia y primera juventud en los centros de enseñanza secundaria y la juventud en la universidad (las dos últimas etapas sólo accesibles hasta fechas muy recientes a un pequeño número de privilegiados). Sólo los científicos e intelectuales, continuaban su formación a lo largo de la vida a través de sus relaciones de colaboración, sus publicaciones, sus congresos, sus relaciones internacionales. Otro grupo de personas, reducido, adquiría una formación informal a través de la lectura de las obras de filósofos, intelectuales y literatos.
Los sucesivos cambios experimentados por la sociedad mundial: la revolución científica y tecnológica, la de los medios de información y comunicación coloca a los ciudadanos del mundo ante una nueva situación. Ya no es posible concentrar la formación del individuo en una corta etapa de su vida. Los cambios que se suceden son continuos y demasiado rápidos tanto en el mundo del trabajo como en el escenario político y socio-económico. Hoy en día, para sobrevivir, el individuo debe ser flexible, adaptable a nuevas situaciones y circunstancias que cambian de improviso y, a veces, hacia derroteros imprevisibles. Esto hace necesario arbitrar la posibilidad de un proceso de formación adecuado a las necesidades del individuo y que no se circunscriba ni a un espacio físico determinado ni a un momento concreto en el tiempo.
Tercer principio:
La educación debe poder ser dispensada y adquirida por una multitud de medios, de modo que lo importante no sea saber que camino ha seguido el individuo, sino lo que ha aprendido y aprehendido.
La historia de cada individuo es diferente tanto en lo que se refiere a su desarrollo y maduración como a los acontecimientos que jalonan su vida. Por tanto, es absurdo pretender que la formación de todos se acompase y más en un mundo sujeto a cambios tan rápidos. Es necesario pues, diversificar los caminos por los cuales un individuo pueda adquirir la formación que necesita para su pleno desarrollo, así como las instituciones educativas que la imparten o la avalan y, por supuesto, establecer las necesarias formas de reconocimiento de la formación adquirida y las pasarelas necesarias entre las diferentes líneas posibles.
Cuarto principio:
Un sistema educativo global y abierto facilita la movilidad horizontal y vertical de los que aprenden y multiplica las posibilidades de elección.
Es necesario poder acceder a las diferentes etapas educativas si se acreditan las destrezas necesarias para poder seguir dicha etapa con aprovechamiento, sea cual fuere la forma en que dichas destrezas se hayan adquirido y sin que para ello haya sido necesario pasar por las etapas previas de la línea de formación de que se trate. Así, es absurdo que sea necesario tener el título de Bachillerato para poder acceder a la Enseñanza Universitaria, si se disponen de las destrezas necesarias para completar la formación universitaria con éxito. Asimismo, debe poder pasarse de unas líneas de formación a otras, tanto si se trata de vías formales como si no, si se disponen de las destrezas necesarias para poder seguir con éxito el proceso formativo de que se trate.
Quinto principio:
La educación de los niños en la edad preescolar es una condición previa esencial de toda política educativa y cultural.
Está ya claramente probado desde el punto de vista psicológico que la edad preescolar es clave en el desarrollo posterior de las capacidades de aprendizaje y de convivencia del niño. Por tanto, debe ser un objetivo prioritario de todo proceso de educación permanente empezar la formación del ser humano en su edad preescolar. Para ello deben, por un lado, crearse los recursos necesarios para poder atender a esta población, pero además debe procederse a la formación de los padres para que puedan, desde sus hogares, apoyar la acción de la institución educativa que se encarga de esta educación preescolar.
Sexto principio:
La educación elemental, a tiempo completo si es posible, o bajo otras formas si es necesario, debe ser asegurada eficazmente para todos.
La mayor parte de las destrezas básicas del individuo se desarrollan en la escuela. Es, por tanto, necesario asegurar que todos los individuos reciben una formación adecuada en su edad escolar y, sobre todo, en las primeras etapas que son clave para desarrollar actitudes favorables al aprendizaje. Esto implica, como en el caso anterior, disponer de recursos suficientes para escolarizar a toda la población en esas edades, pero además un amplio esfuerzo de formación de los padres para que apoyen, continúen y refuercen la acción de la escuela.
Séptimo principio:
El concepto de enseñanza general debe ser ampliado de forma que recoja las áreas de conocimiento socio-económico, técnico y prácticos de orden general.
Este es un punto espinoso y complejo porque puede conducir a currículos excesivamente densos, con demasiadas materias que hagan imposible dar a cada una el número de horas necesario para tratarlas con la atención debida para hacerlas realmente formadoras. Más que incluir nuevas materias debería hacerse un estudio detallado de los contenidos del currículo. Es claro que el nuevo panorama mundial hace necesario que los estudiantes adquieran desde muy pronto una serie de destrezas básicas tales como un manejo suficiente de las tecnologías de la información y la comunicación, criterios claros y eficientes para el análisis crítico y selección de la información, una formación científica y tecnológica suficiente como para entender los nuevos fenómenos que le rodean (clonación, alimentos transgénicos, problemas medioambientales, etc.) y una formación en términos socio-económicos que le permita entender la evolución del mundo que le rodea y que le es tan próximo hoy merced a los medios de comunicación de masas, pero esto no debe hacerse por mera yuxtaposición, redistribuyendo el número de horas disponibles entre más materias ya que esto llevaría a privar a las otras de contenido. Es necesario un serio esfuerzo de reflexión para reestructurar los currículos sobre una doble base: interdisciplinariedad y diversificación de itinerarios.
A la vez, se hace necesario una redefinición de la formación del profesor, hasta ahora especialista en una materia y cuyo papel, si las reformas curriculares se hacen con poco cuidado, quedará disminuido y lesionado.
Octavo principio:
En lo que concierne a la preparación para el trabajo y la vida activa, la educación debe tener por finalidad no solamente formar a los jóvenes para el ejercicio de una profesión determinada sino sobre todo a darles la capacidad de adaptarse a tareas diferentes y de perfeccionarse sin cesar a medida que evolucionan las formas de producción y las condiciones de trabajo: debe tender así a optimizar la movilidad y a facilitar las reconversiones profesionales.
El factor económico es un factor esencial para el desarrollo de las sociedades humanas y para hacer alcanzable el mayor grado de bienestar para todos. Es incontestable que, aparte de las revoluciones políticas e ideológicas, ha sido la capacidad de producción de bienes de consumo en masa, de materiales aptos para la construcción rápida y masiva de infraestructuras, la evolución de los medios de transporte gracias a los adelantos tecnológicos y el desarrollo de la sociedad de la información lo que ha hecho posible la construcción de las prósperas sociedades de corte occidental con una distribución generalizada de bienes que llevan a una mejor calidad de vida, si bien es necesario reconocer la existencia, aún en estos países, en estas sociedades, de grandes bolsas de pobreza.
Por otro lado, el acceso a una vida digna en estas sociedades pasa por disponer de un puesto de trabajo adecuadamente remunerado. Por tanto, el aspecto de la formación para el trabajo es esencial.
En las sociedades de los países desarrollados se da un problema preocupante a este respecto. Las grandes fábricas abandonan estos países en los que la mano de obra, debido al aumento del nivel de vida y a las prestaciones sociales conseguidas, se ha encarecido mucho y establecen sus instalaciones de producción en países del tercer mundo donde niveles de vida más bajos, menores niveles de protección social y legislaciones más permisivas les permiten conseguir mano de obra barata y que en muchos casos trabaja en condiciones de explotación. Por otro lado, la masiva inmigración de ciudadanos de los países más desfavorecidos que, privados de todo, viven en condiciones de miseria en sus países de origen, entra en las naciones industrializadas en busca de condiciones de vida digna y se hace cargo de los trabajos de más baja cualificación que aún quedan. Y finalmente, la progresiva automatización de los procesos de producción supone, si no se montan industrias alternativas, la pérdida de numerosos puestos de trabajo.
Así pues, la única posibilidad de los ciudadanos de los países desarrollados de encontrar un trabajo adecuado es la formación para el empleo. Una formación que debe adaptarse a las cambiantes características del mercado del trabajo y que, por tanto, debe hacerles, trabajadores flexibles, adaptables y con autonomía para construir su propio aprendizaje.
Noveno principio:
La noción de educación permanente, en el sentido pleno del término, implica que las empresas sean investidas de amplias funciones educativas.
Hace ya tiempo que las empresas se dieron cuenta de la necesidad de crear sus propios procesos formativos para adecuar las capacidades de sus trabajadores a sus necesidades y han ido favoreciendo este reciclaje a través de cursos impartidos por empresas privadas de formación en el seno de sus instalaciones o fuera de las mismas, fundamentalmente para directivos y personal administrativo y de gestión. Esta formación interna de las empresas, avalada por ellas mismas en su propio ámbito de relaciones y certificada, en cierto modo, por el puesto de trabajo desempeñado por el trabajador ha permitido, hasta cierto punto la movilidad de los trabajadores a escala local y nacional.
Sin embargo, las nuevas condiciones socio-económicas y políticas que reestructuran el mundo prevén la necesidad de dotar a los trabajadores de una capacidad mayor de flexibilidad y movilidad. Para ello es importante que esta formación dada por las empresas tenga un reconocimiento mayor. Es necesario habilitar los medios para que el aprendizaje adquirido en las empresas tenga homologación internacional de modo que se facilite el movimiento de trabajadores entre países y que su grado de cualificación tenga una acreditación oficial y universalmente aceptada. Décimo principio:
La expansión de la enseñanza superior debe entrañar un amplio desarrollo de instituciones múltiples aptas para responder a las necesidades de los colectivos y los individuos cada vez más numerosos.
Cada día se hace más patente la necesidad de una formación post-secundaria que tenga el prestigio necesario. La única posibilidad, hasta hace poco, para aquellos que habían terminado con éxito la etapa secundaria, de continuar su formación alcanzando niveles más elevados de conocimiento en cualquier materia, era la universidad, lo que ha conducido, en las épocas de mayor crecimiento demográfico, a una masificación de las universidades en detrimento de la calidad de la enseñanza.
Es pues necesario ampliar las alternativas, sin despreciar la contribución de las universidades en ámbitos diversos del proceso de formación a lo largo de la vida. Una línea de reflexión apunta a la creación de instituciones nuevas, diferentes de las universidades, capaces de dar una formación de alto nivel en los campos en que sea necesario y adaptadas a las características y demandas de los usuarios. Los planes de formación de estas instituciones no pueden ser, por tanto, calcos de los de las universidades, sino que deben tener la flexibilidad suficiente como para responder a las necesidades del mercado y de los usuarios.
Las universidades, por su parte, deben poder diversificar sus planes de formación creando titulaciones alternativas a las tradicionales, tales como las de “experto”, “especialista” master”, etc., en campos diversos que permitan la capacitación post-secundaria de aquellos que lo deseen tanto en el ámbito profesional como en el de la cultura o las lenguas.
Undécimo principio:
El acceso a los diferentes tipos de enseñanza y a las funciones profesionales debe depender sólo de los conocimientos, capacidades y aptitudes de cada cual, sin que se establezca una jerarquía rígida entre los conocimientos adquiridos en la escuela y la experiencia adquirida por la práctica profesional o el estudio personal.
Es conveniente precisar que además de los conocimientos, capacidades y aptitudes, habría que tener también en cuenta las actitudes. Pudiera parecer poco adecuado este comentario puesto que se habla de aprendizaje, no obstante, las actitudes también se aprenden y es necesario recordar que, en cualquier ámbito de aprendizaje es necesario preocuparse también de las actitudes. No se concibe, aunque se den casos en la práctica, un profesor, un militar, un policía, por ejemplo, sin sólidos criterios morales, sin una actitud solidaria y de cooperación.
En cualquier caso, lo fundamental de este principio reside en las posibilidades de llevarlo a la práctica. Para hacerlo es necesario un sistema claro y fiable de certificación de los conocimientos. Se ha apuntado en numerosos documentos tanto en el marco europeo como de la UNESCO, la posibilidad de crear una “tarjeta” personal en la que cada uno llevase, por decirlo así, registrado su currículo. Sin embargo permanece la necesidad de crear un sistema de validación y certificación de los conocimientos independientemente de cual sea el medio de registro de las mismas. Duodécimo principio:
El desenlace normal del proceso educativo es la educación de adultos.
Es evidente que la evolución de los seres humanos desemboca en el estado adulto, estado que dura con las facultades más o menos mermadas hasta la muerte. Por tanto, la mayor parte de la vida del ser humano se desarrolla en el estado adulto. Esto significa que la mayor parte del proceso de aprendizaje a lo largo de la vida ocurre en la edad adulta por lo que hay que prestar una cuidadosa atención a la formación en esta etapa de la vida. En la edad adulta es de especial importancia el reciclaje y la formación para el empleo, sobre todo en el momento actual en el que se están produciendo los notables y rápidos cambios de los que ya se ha hablado repetidamente. No obstante, es importante no descuidar otros aspectos. Multitud de personas en la edad adulta se encuentran todavía en situación de desventaja y con riesgo de marginación social, riesgo agravado por los cambios tecnológicos en curso y por venir; muchos de ellos son incapaces de leer y escribir con un nivel de comprensión y una capacidad de expresión aceptables; otros no han conseguido alcanzar el titulo de graduado en secundaria, indispensable actualmente para progresar en el mundo laboral; otros no poseen conocimientos ni siquiera básicos de las tecnologías de la información y la comunicación con lo que su acceso a la información está muy limitado y, la mayoría, no posee criterios adecuados para la búsqueda eficiente, selección y análisis crítico de la información.
Por otro lado, no hay que descuidar la formación para la ciudadanía. Por desgracia las últimas decenas de años han estado marcadas por una degradación continua de los valores democráticos sólo paliada, en parte, por el emerger de numerosas ONG’s que ponen en tela de juicio dicha falta de valores y que sacuden las conciencias con continuas llamadas a la solidaridad, a la paz, a la tolerancia, a la conservación del medio ambiente, etc. Es este un capítulo de especial importancia en un momento en que se producen fuertes migraciones desde los países más desfavorecidos, en que el desarrollo científico y tecnológico tiende a ahondar la brecha entre los países ricos y pobres, en que urge una regeneración de las ideas democráticas en la larga marcha para crear democracias reales y no formales.
Decimotercer principio:
La alfabetización no es más que un “momento” y un “elemento” de la educación de adultos.
Desgraciadamente todavía en los países más desfavorecidos el analfabetismo es endémico, y en mayor medida en el caso de las mujeres. Pero también en los países en vías de desarrollo e incluso en los desarrollados hay importantes bolsas de analfabetismo y del llamado analfabetismo funcional. Es necesario erradicarlo porque sin una base adecuada en el manejo de la propia lengua y de las operaciones matemáticas elementales es imposible experimentar ningún progreso efectivo en el proceso de formación a lo largo de toda la vida. No se trata de despreciar la importante contribución al aprendizaje que llega por vía oral o visual a través de los medios de comunicación de masas, pero la sociedad no puede sentirse satisfecha con ello. Es necesario dar a cada ciudadano la posibilidad de llegar hasta donde le permita su capacidad, así como dotarle el interés y del deseo de aprender necesarios para que, por un lado, puedan alcanzar sus metas y, por otro, adquieran la auténtica capacidad de juicio crítico de un ciudadano verdaderamente libre.
Decimocuarto principio:
La nueva ética de la educación tiende a hacer del individuo el maestro y autor de su propio progreso cultural. El aprendizaje autodidacta, principalmente el aprendizaje autodidacta asistido, tiene un valor irremplazable en todo sistema educativo.
El proceso educativo como un todo y en todas sus etapas, debe tender a hacer al individuo responsable de su propia formación y, por tanto, habida cuenta que responsabilidad y libertad constituyen un binomio inseparable, planificador de su propio proceso educativo. Para ello es necesario, por un lado, que existan itinerarios educativos diversificados entre los que elegir, que haya entidades o medios de formación que permitan un aprendizaje autodidacta con la asistencia y orientación necesarias y que el sistema educativo provea al que aprende de las destrezas necesarias para poder desarrollar tal aprendizaje y, por otro, que exista una información adecuada como para que el ciudadano conozca la formación que la sociedad demanda de él y la situación en que queda después de haber seguido una determinada trayectoria formativa y, por último, que existan suficientes “pasarelas” y modos de certificación de los conocimientos adquiridos para hacer de esta libertad un hecho y no sólo un deseo.
Decimoquinto principio:
El efecto acelerador y multiplicador de las nuevas técnicas de reproducción y de comunicación es una condición primaria para la realización de la mayor parte de las innovaciones.
Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación están llamadas a desempeñar un papel esencial en el proceso de aprendizaje a lo largo de la vida por varias razones:
En primer lugar ponen al alcance de todo aquel que pueda acceder a un ordenador conectado a Internet una ingente cantidad de información. Es bien cierto que una gran parte de la información, la más importante, sólo es accesible mediante el pago de una cierta cantidad en concepto de suscripción a las bases de datos, pero en los países desarrollados existen instituciones públicas a las que se puede acudir para conectarse a las citadas fuentes de información.
En segundo lugar, porque existen multitud de aplicaciones en la red, que cada vez se extienden a más disciplinas y temas, de acceso gratuito a través de páginas institucionales en las que los que desean aprender encuentran información, ejercicios, prácticas y enlaces a otras páginas de interés.
Por lo que respecta al docente, la red, con su multitud de recursos le ofrece la posibilidad no sólo de utilizar la información disponible y de crear cursos a distancia incluyendo nueva información especialmente diseñada para sus alumnos, sino que también puede crear aplicaciones utilizando software específico. Muchas de estas herramientas permiten simular procesos que de otra forma habría que realizar en el laboratorio, con un mayor coste en términos de material y de tiempo y fuertes restricciones espacio-temporales.
Decimosexto principio:
La aplicación amplia y eficaz de las tecnologías educativas no es posible más que si se desarrolla para acogerlas un movimiento amplio en el seno del sistema educativo.
Las tecnologías de la información y de la comunicación (radio, televisión, ordenadores, Internet, CD-ROM’s DVD’s, .. ) no pueden considerarse sólo un instrumento más para mejorar la formación sino que están llamadas a jugar un papel central en la era del aprendizaje, en el proceso de formación a lo largo de la vida.
Ello implica un cambio radical en nuestra sociedad, en el fondo se trata de un cambio cultural. Los gobiernos, las autoridades locales, las empresas, los sindicatos y todos los posibles proveedores de educación deben actuar como socios en proyectos que van desde la dotación en infraestructuras hasta el desarrollo de programas sólidos de formación. Los profesores, formadores, animadores, agentes directos, intermediarios inmediatos en el proceso educativo deben ser capaces de integrar dichas tecnologías en los currículos que imparten no como meros instrumentos de acceso a la información sino como objetos de conocimiento en si mismos y como instrumentos de desarrollo de aplicaciones. Los que aprenden han de evolucionar hacia la toma de conciencia de su responsabilidad en su propio aprendizaje, siendo capaces de decidir cómo, cuándo, qué, por qué, y utilizando qué medios, desean aprender y, naturalmente, buscar la manera de formarse en la utilización de los recursos necesarios para acceder a dicho aprendizaje.
Decimoséptimo principio:
La profesión docente no estará en condiciones de cumplir su papel en el futuro más que a condición de estar dotada y de dotarse a si misma de una estructura mejor adaptada a la naturaleza de los sistemas educativos modernos.
En los albores del siglo XXI, el profesorado de cualquier nivel y cualquiera que sea la enseñanza que imparta no puede continuar anclado en los procedimientos metodológicos de la escuela que surge en el siglo XIX, ni de las universidades y centros de formación adaptados a las características y necesidades de la sociedad producto de la revolución industrial. La sociedad está cambiando radical y rápidamente. Conseguir con la colaboración de todos, en un esfuerzo común y solidario, re-situar al hombre en el mundo, haciéndole capaz de orientarse en el nuevo y cambiante entorno en que se ve forzado a vivir, exige nuevos métodos, nuevos instrumentos, nuevos roles y, como consecuencia, una nueva organización. Los sistemas educativos modernos tienen que aceptar el reto de poder ser utilizados en cualquier momento, en cualquier lugar y ser accesibles a través de instrumentos variados. Esto requiere un enorme esfuerzo de imaginación para establecer y asumir el rol que la sociedad necesite del docente, organizar los nuevos roles en una estructura flexible y adaptable a los futuros cambios y, a la par, un proceso de formación continua que capacite al docente para utilizar todos los medios a su alcance para el desarrollo adecuado de su función.
Decimoctavo principio:
Los educadores, una de cuyas tareas esenciales es actualmente la de transformar las mentalidades y las cualificaciones inherentes a todas las profesiones, deberían ser los primeros dispuestos a repensar y transformar los criterios y los supuestos de la profesión docente, en la cual las funciones de educación y de animación comen terreno cada vez más a las de instrucción.
La función esencial de un docente, cualquiera que sea la etapa en la que desarrolle su labor es, de acuerdo con P. Freire(5) ayudar a sus “alumnos” a liberarse a la par que se apoya en ellos para “liberarse” a si mismo. Esta frase puede entenderse de muchos modos, depende del contexto. En cualquier caso significa dotar a los alumnos de autonomía para desenvolverse por si mismos en el campo de conocimiento de que se trate y, por qué no, en la vida, en la que cada uno puede ser maestro de los demás pues todos aprendemos de todos.
Esto significa que, más que de mero transmisor de contenidos e incluso de procedimientos de los que puede existir amplia información de la que el alumno puede hacerse cargo si está bien descrita, el docente debe actuar estimulando al alumno a pilotar su proceso de aprendizaje despertando en él el necesario amor al estudio y a las consecuencias de aprender, a participar más activamente en su propio proceso de maduración personal y en el desarrollo de la sociedad de la que forma parte. Es en este sentido más que un transmisor de información un animador o, si se quiere, un motivador.
Pero no nos engañemos, el aprendizaje autodidacta no es fácil. Cuando se inicia un proceso tal, el alumno se ve muchas veces detenido por la a veces discutible calidad de la información, otras veces por la dificultad de entenderla dada la defectuosa exposición de la misma y, muchas otras veces, por la dificultad propia inherente a la materia. También aquí hay un papel importante para el docente: ayudar a eliminar la barrera que detiene su avance, bien dotándole de mejores métodos de análisis, proporcionándole nuevas fuentes de información o, directamente, solucionándole el problema que tiene.
Así pues, el nuevo rol del docente se apoya en tres pilares: motivación, orientación, resolución de problemas.
Decimonoveno principio:
El desarrollo continuo del dominio de la educación tiende a agrandarla a las dimensiones de una unión de la sociedad entera, a la cual se deben asociar categorías cada vez más numerosas de la población.
En una sociedad compleja, en continuo y rápido proceso de cambio, de desarrollo, con un crecimiento exponencial del saber, todo el mundo deviene en maestro de los demás en determinadas áreas del conocimiento. Y los gobiernos, la iniciativa privada y la sociedad entera debe arbitrar los procedimientos para que esos “saberes” puedan ser difundidos, lo que, a su vez, puede dar lugar a nuevas profesiones, a nuevas formas de ganarse la vida.
Esto no condiciona ni minimiza el papel de la educación reglada, por utilizar un término al uso, que siempre deberá existir y que será la puerta que permite entrar a otros mundos de conocimiento porque será la que, en definitiva, debe dotar a los ciudadanos, desde la edad preescolar hasta el comienzo de su edad adulta, del espíritu, las técnicas y los conocimientos necesarios para proseguir sus estudios de forma responsable y autónoma. Además el sistema de educación reglada debe permitir la vuelta al mismo de cualquier persona que, por las circunstancias que sea, no hubiera podido alcanzar, cuando lo hizo la mayoría, las cualificaciones deseadas, así como ofrecer nuevas oportunidades de formación ulterior a los que si las alcanzaron.
La sociedad actual no se puede permitir el lujo de desperdiciar sus recursos educativos. En este sentido, la creación de comunidades de aprendizaje, de ciudades de aprendizaje o de redes nacionales o internacionales de aprendizaje constituye un objetivo de interés primordial para aprovechar todos los recursos disponibles.
Vigésimo principio:
Contrariamente a las ideas y prácticas tradicionales, es la enseñanza la que se debe adaptar al enseñado y no el enseñado el que se debe plegar a las reglas preestablecidas por la enseñanza.
La mayoría de las personas sensatas están de acuerdo en que es necesario dar al ser humano una formación básica indiscutible que le permita poder decidir en libertad. No tendría sentido no enseñar a leer, a escribir o las reglas básicas del cálculo a nadie hasta que no decidiera hacerlo por propia voluntad.
Una exigencia básica de la libertad es poder elegir y para eso hay que estar suficientemente y adecuadamente formado. Sin un conocimiento suficiente de los distintos tipos de lenguaje: lengua materna (a nivel oral y escrito), matemático, científico, artístico, es imposible pensar ya que todo pensamiento está ligado a un lenguaje. Así pues, si hay que dotar al individuo de capacidad para pensar con libertad hay que dotarle de unos instrumentos básicos. Además, puesto que el individuo debe integrarse en una sociedad democrática que intenta caminar hacia la democracia real, debe ser educado en los valores democráticos sobre los que se sustenta su propio derecho a la libertad.
Ahora bien, a medida que el individuo madura lo que la sociedad tiene que ofrecerle es suficiente información y medios para que decida hacia donde quiere dirigir su vida, qué, cómo, cuando y por qué medios quiere aprenderlo. Además la sociedad debe arbitrar los medios para el reconocimiento de los aprendizajes adquiridos.
Vigésimo primer principio:
Todo sistema que consista en conceder servicios educativos a una población pasiva, toda reforma que no tenga como consecuencia suscitar en la masa de los que aprenden un proceso endógeno de participación activa, no puede obtener más que éxitos marginales.
En efecto, sólo aquello que se hace con amor, con ilusión, con verdadera motivación interna conduce al éxito. El aprender porque hay que hacerlo no conduce más que a resultados mediocres incluso cuando se es empujado a ello por la necesidad. Hay claros ejemplos de ello en todo el mundo, uno de los más relevantes es el aprendizaje de lenguas extranjeras que, hasta en los casos en que es imprescindible por la necesidad de mantener relaciones internacionales, como ocurre entre los directivos de muchas empresas o entre profesores de universidad, se observa un dominio pobre del idioma, muy por debajo de la calidad que debería tener dados los títulos y cualificaciones que dichas personas ostentan.
Igualmente puede decirse del nivel cultural de muchísimos universitarios y de su formación en campos fundamentales hoy en día, como la historia, la política o la economía. Muchísimos se encuentran anclados en el nivel de lo que aprendieron en sus bachilleratos más lo que oyen o ven por la radio o la televisión.
Contenido
Es difícil describir con propiedad el contenido del término enseñanza a lo largo de la vida dado que, por su naturaleza, será siempre un término sujeto a debate. Tal y como se analiza en el documento “Recent Thinking in Lifelong Learning(7)” (DfEE, 1998), el término aprendizaje a lo largo de la vida se entiende de muy diversas maneras. Hay quien lo considera como la formación proporcionada en el periodo post-escolar; otros lo refieren a los adultos que dejaron su educación formal y vuelven al mismo en una fecha posterior; otros incluyen toda la educación, formación y aprendizaje adquiridos desde la cuna a la tumba; muchos lo relacionan sólo con la formación necesaria para los económicamente activos; etc.
Dos definiciones de instituciones relevantes pueden dar una idea del alcance del término en nuestro entorno próximo. La primera es de la OCDE (1997)
“El aprendizaje a lo largo de la vida es mucho más amplio que la provisión de una segunda oportunidad de educación e instrucción para personas adultas. Se basa en el punto de vista de que cada uno debe ser capaz, debe estar motivado, y activamente comprometido en aprender a lo largo de toda su vida. Este punto de vista del aprendizaje abarca el desarrollo personal y social de todo tipo y en cualquier escenario: formalmente, en las escuelas, en centros de formación profesional, terciaria o de adultos; e informalmente, en el hogar, en el trabajo y en la comunidad”.
La segunda definición es de la Comisión Europea (1995)
El aprendizaje a lo largo de la vida es el desarrollo del potencial humano a través de un proceso sustentador continuo que estimula y faculta a los individuos para adquirir todos los conocimientos, valores, destrezas y comprensión que requieran a lo largo de toda su vida y a aplicarlos con confianza, creatividad y gozo en todos los roles, circunstancias y entornos.
En todo lo establecido en los principios discutidos en el epígrafe anterior y en estas definiciones se apoya la idea de un proceso de: · Abarca toda la vida del individuo, de la cuna a la tumba, incluyendo los medios formales (escuelas, centros de secundaria, universidades, etc.) y no formales (familia, sindicatos, empresas, centros privados de formación, medios de comunicación de masa, museos, cines, teatros, bibliotecas, Internet, ONG’s, etc.) · Incluye todo tipo de formación: básica, general, científica y tecnológica, profesional, cultural, para el desarrollo personal, para el aprendizaje de la ciudadanía, de la convivencia, de la tolerancia y la cooperación , para el cuidado del medio ambiente etc. · Utilizando los mejores medios y recursos disponibles, tanto humanos como tecnológicos. · Teniendo como objetivo el compromiso de cada uno en la planificación desarrollo y gestión de su propio aprendizaje y aceptando, en la medida de lo posible y siempre disponiendo de ayudas institucionales, la colaboración en el pago de los gastos que se ocasionen.
2. El proyecto
El centro de educación de personas adultas de San Martín de Valdeiglesias, consciente de la importancia del objetivo mundial de transformar la educación en su sentido actual en una educación a lo largo de la vida, en la que el autentico protagonista y gestor de la misma sea el que se educa en un marco general donde todos somos a la vez educadores y educandos y en el que, en realidad, es la sociedad la que educa, se ha propuesto poner en marcha un proyecto Grundtvig cuyo objetivo es el desarrollo de metodologías para realizar la citada transformación en el entorno educativo en el que desarrolla su actividad.
El proyecto debe avanzar en varias líneas a la vez:
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